Mientras sigue la cuenta regresiva para el Maratón de Boston, Omar Julián González Prieto vivió su primera experiencia en un campamento de entrenamiento. Los días que pasó en Paipa los aprovechó la compañía del coach Will Vargas, sus compañeros y la guía de Jacinto López para su puesta a punto del Major del 18 de abril.
“Mi primer camp fue de lo mejor. Tenía muy poca información frente al lugar, el grupo y como se desarrollaría la experiencia. La gran sorpresa fue encontrar solo deportistas que viven esta gran pasión y todo gira en torno a las carreras. Jacinto López, no solo es el mejor corredor de Colombia, es un caballero y excelente anfitrión. Junto con su esposa Claudia y grupo de trabajo nos recibieron con el almuerzo y la vista más privilegiada de Paipa”, comenta el runner de 28 años que logró su clasificación en el Maratón de las Flores.
“Los entrenamientos variaron por completo de lo que venía realizando en Bogotá. El entreno en la pista me sacó de todo lo que estábamos trabajando (fortalecimiento, fartlek y CAP). El primer día fue un trabajo corto pero intenso en la pista, ya que al siguiente teníamos un fondo de 33K. En el despiste y emoción del entrenamiento nos perdimos con el coach e hicimos 3 kilómetros más de un excelente asenso para un total de 36K. En la tarde hubo sesión de masajes que me dejaron como nuevo para el trabajo de la siguiente mañana. La gran diferencia en esta sesión fue el trabajo de pista y técnica, 400m en escalera partiendo desde 10 hasta 1. Fue inolvidable, no solo por la intensidad y el contexto, sino porque estábamos a la par de atletas internacionales que me hacían sentir como un gran corredor”, relata González que posee un PB de 1: 23:17 en 21K.
Para Julián todo fue nuevo desde el momento que llegué a Paipa. “El trabajo en pista y la clase de técnica bajo la dirección de Jacinto me dejaron grandes enseñanzas. El último entrenamiento fue evidenciar que aunque hay fuerza, la técnica es más importante para hacer maratones. Muchas veces no somos conscientes de los movimientos involuntarios generan un gasto de energía que no ayudan en nada al corredor”, afirma el GoodWill Runner que desde enero está en busca del peso ideal para Boston. “Restringí algunos alimentos pero al llegar a Paipa me acople al contexto y disfruté cada momento. Lo mejor era el postre, escuchar a Jacinto, su hijo, el coach y otros deportistas era un lujo, así que las tertulias donde preguntábamos y compartíamos la pasión por el running. Eran el cierre perfecto en la mesa”, agrega.
“Para Boston manejamos una carga bastante alta. Tener la guía del Coach Will es muy importante. Durante los entrenamientos está acompañándonos y trabajando con nosotros. Él nos hace las respectivas correcciones frente a la técnica y nos imprime la fuerza para salir adelante con el trabajo. Saber q el estará corriendo es un gran apoyo. El grupo es lo máximo, sin ellos no sería divertido, sería imposible terminar los entrenamientos. Son como la gasolina que enciende el motor. Cada uno de aporta algo que te hace más fuerte y el hecho de compartir este sueño ya es ganancia”, afirma Julián que estas últimas semanas se las tomará muy tranquilo pues el trabajo ya lo hizo.
“Boston es todo, sin lugar a dudas me absorbe por completo. El tiempo para los entrenamientos y la coordinación con los horarios de trabajo es uno de los grandes sacrificios, casi todos los días estoy en pie a las 3:40 AM y termino muchas veces a las 10 de la noche, por lo que debo organizar muy bien todo. Planificar el viaje y los gastos es otro gran esfuerzo pero el hecho de pensar en la carrera me hace feliz”, afirma el profesional en gastronomía y Sommelier.
Adrenalina, miedo, incertidumbre, fortaleza y madurez. Son muchas las emociones y sentimientos que González vivirá en su primer major a la espera de rendimiento soñado.